sábado, 25 de julio de 2015

Crucifixión y juicio final de Jan Van Eick

Jan Van Eick, pintor holandés. Nació en Brujas en 1390. Su cuadro La crucifixión y juicio final (óleo sobre tabla 56,5 cm × 19,7 cm) pintado seguramente entre los años 1420 y 1430,

Crucifixion y juicio final de Jan Van Eick
(Oleo sobre tabla, 56,5 cm × 19,7 cm)
muestra la crucifixión de cristo en el lado izquierdo y el juicio final en el derecho (un díptico). El arte de Van Eick se caracteriza por un realismo muy meticuloso, y por la intensidad de las expresiones en sus figuras y personajes.

En este cuadro se comprueban las innumerables horas que pudo haber pasado observando todo aquello que le rodeaba para dar como resultado una obra de profunda realidad y detalles con una minuciosidad característica de los pintores flamencos. Al representar en sus cuadros estas formas realistas los pintores sentían que era mejor manera de conquistar el mundo que les rodeaba.

Es probable que la persona que haya encargado tal obra a Van Eick pudo quizás utilizarlos para rezar o meditar, debido a su pequeño tamaño y su portabilidad, ya que se podía cerrar, el cuadro podía servir como una especie de altar portátil.

El marco dorado aun en el original contiene inscripciones en latín procedentes de la Biblia y los Evangelios que se relacionan con las escenas que se ven en el cuadro.

Al momento de observar este cuadro se debe tomar bastante importancia a los detalles, al ver, por ejemplo las montañas que hay en el fondo, se nota que están pintadas con pinceladas muy cortas, el paisaje es similar a las cumbres de los Alpes, que seguramente conoció en un viaje que realizo a Italia. Se puede ver la lanza incrustada en el costado de Jesús y más abajo la esponja empapada en vinagre que fue ofrecida como burla cuando este clamaba por agua en su agonía.

Imprescindible es poner atención a las expresiones de los caballos: algunos parecen asustados por el gentío, uno que monta un jinete con armadura, justo al pie de la cruz de Cristo, en el centro de la imagen, muestra claramente su desconcierto ante la agitación de la turba. Algunas de las figuras ríen de manera burlesca, el hombre de amarillo que aparece en esta imagen tiene una nariz muy grande, lo que seguramente indica que es judío, desde esos tiempos se estereotipaba a los judíos burlándose de Cristo.

Bajo la cruz de cristo miramos a María, vestida de azul, y al joven apóstol San Juan vestido de rojo, en estas figuras miramos el esfuerzo por el autor de transmitirnos los sentimientos de estas personas, esa manera de involucrar al espectador es una de las típicas características de Van Eick.

La forma en que San Juan arruga la frente y junta sus cejas, expresa su dolor interior. María Magdalena, vestida de verde. Extiende sus brazos hacia adelante en un gesto que nos puede parecer algo forzado: el artista busca cómo expresar el dolor que la mujer siente por la muerte de Cristo. Es probable que el esfuerzo y la emoción del momento en el artista se transmitan a la figura, y es ahí donde el personaje lleva implícito el gen de la emoción, que puede ser dolor, alegría, tristeza entre otros.

La capacidad de pintar de Van Eick en pequeña escala es asombrosa, al ver el escudo dorado que el soldado tiene arriba de María Magdalena apreciamos como un nimio reflejo se esboza en este, seguramente el pintor ha querido que seamos nosotros mismos quienes nos reflejemos en el mismo cuadro, caracteriza también de las pintores flamencos de la época, representar al espectador por medio de un espejo, algunos pintores posteriores a Van Eick, tales como Velázquez utilizaron también este recurso.

El gusto por los detalles casi microscópicos que observamos en los cuadros de Van Eyck, es heredero de la estética de los manuscritos iluminados. En la parte superior derecha de este cuadro vemos una escena celestial: bajo Cristo y la Virgen están los doce apóstoles vestidos de blanco, rodeados de quienes se han salvado en el Juicio Final. Uno de los apóstoles es Judas, que según las escrituras cristianas traicionó a Cristo, se le puede identificar por su expresión.

En la parte inferior del cuadro derecho miramos la siguiente escena: un enorme esqueleto que representa la muerte hace de entrada o embudo a miles de almas que descienden a un infierno de mutilación y sufrimiento siendo devorados una y otra vez por criaturas diabólicas y grotescas. Seres mitad reptil y mitad insecto, separan de las piernas a los hombres hasta partirlos en dos (es probable que esta escena no parezca realista, pero al verlo desde el punto de vista de que cuando representa figuras fantásticas lo hace con vocación realista, los detalles de los demonios son al igual que las otras imágenes realmente meticulosos, hay que ver esta representación como si en realidad existieran, como si el propio pintor los hubiese visto, no pinta una abstracción, pinta algo que puede ser real).


Finalmente podemos ver el paisaje que está encima del esqueleto. El pintor se ha preocupado de pintar las olas que llegan a la orilla del mar, aquí también vemos que su vocación es realista. El mensaje de este cuadro es similar al del arte cristiano anterior al Renacimiento, pero la forma que toma ese mensaje, el lenguaje del cuadro, es moderno.